Voluntarios contra la soledad

Nadiesolo fue impulsada por algunas personas del Opus Dei en 1995. Acompaña a más de 40.000 personas en riesgo de exclusión social, enfermos o en situaciones de soledad. En una entrevista publicada en la revista Omnes, el presidente del patronato de Nadiesolo Voluntariado describe algunos programas de esta Fundación, la cuarta del sector en Madrid tras Cáritas, Cruz Roja y Manos Unidas.

Gustavo Ron, Presidente del Patronado de la ONG Desarrollo y Asistencia (Nadiesolo).
Gustavo Ron, Presidente del Patronado de la ONG Desarrollo y Asistencia (Nadiesolo).

La soledad es uno de los principales problemas de nuestra sociedad. Según el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, un 13,4 % de la población española la padece. Un dato llamativo es que la incidencia más alta (un 25,5 %) se da entre los jóvenes. 

La Fundación Nadiesolo (ONG Desarrollo y Asistencia) nace para tratar de ser un bálsamo a una herida abierta. En 1995, un grupo de supernumerarios del Opus Dei, advirtió que la soledad  no deseada es un problema especialmente grave entre las personas que además padecen alguna enfermedad, están en riesgo de exclusión social o tienen una discapacidad. 


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Así lo explica en una entrevista en la revista Omnes su actual presidente, Gustavo Ron: “Ésta es una fundación laica, que no pertenece a ningún credo, pero sí hay que decir que esta fundación la sacó adelante en 1995 un grupo de supernumerarios del Opus Dei, y la siguen impulsando. Nuestro patronato está compuesto por mayoría de supernumerarios, sin que se persiga este hecho, porque hay patronos que no pertenecen a la Obra, y son gente preocupada por lo que significa acompañar a la gente que está sola”.

Tienen muchos tipos de voluntariados, en función de las circunstancias de las personas a las que ayudan: puede ser voluntariado con personas con discapacidad, de personas enfermas, o incluso algunos que se hacen en familia, donde se acoge a una persona durante unas horas y se la introduce en el ambiente familiar, intentando que se sienta un poco menos sola y un poco más querida y acompañada. 

Nadiesolo en cifras puede resultar esclarecedor: más de 2.000 voluntarios atienden a 40.000 personas, con una dedicación de 83.000 horas al año. Detrás de cada número hay una persona que sufre y alguien dispuesto a darle su tiempo y su cariño, que en ocasiones incluso se transforma en “un trato amistad”, como explica Gustavo Ron en la entrevista. 

Algunas de las iniciativas que los voluntarios ponen en marcha tienen que ver con visitar a los ancianos en las residencias que no tienen familia o que no reciben visitas, acompañamiento en domicilios de las personas enfermas que no puede salir o a las personas sin hogar que están temporalmente en centros de acogida y así “devolverles su autoestima a través de la compañía, el afecto, los pequeños detalles, la conversación y la escucha activa”, según explican ellos mismos en una de sus publicaciones.

“Hay un programa que es quizá el más bonito y más fácil de comprender, que es sacar a pasear a los niños con discapacidad. A estos chavales, menores de 13 años, porque los mayores tienen otro programa distinto, les saca a pasear un sábado al mes un matrimonio con sus hijos. Es el ‘Voluntariado familiar’, beneficioso para todos, y también formativo”, cuenta Gustavo.

Durante la pandemia tuvieron que reinventarse para no dejar de dar consuelo a un número creciente de personas que se vieron afectadas o por la enfermedad o por el aislamiento. Con el 'teleacompañamiento' se consiguió dar servicio a más de 200 niños y adultos a través de videollamadas, dibujos y mensajes grabados. 

En el fondo, el servicio cristiano y desinteresado y las ganas de construir un mundo mejor y menos solitario es lo que mueve a cada voluntario de Nadiesolo: “estamos aquí para servir, y si servimos y nos enamoramos de ello, nos lo pasamos pipa trabajando”, concluye Gustavo.